(Ante la injerenCIA de ONG presbiteraianas norteamericano-canadienses en la JustiCIA bolivana)
Los Rebeldes y Pecadores
Isaías 30, 1
El Señor afirma:
“!Ay de los hijos rebeldes, Que hacen planes sin contar conmigo Y preparan proyectos que yo no les Inspiro, De manera que amontonan pecado sobre Pecado!
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¡Ay de estos hijos rebeldes¡ —dice Yavé— Ejecutan proyectos que no son los míos, Conciertan pactos, mas no según mi espíritu; De modo que acumulan pecado tras pecado. |
Hoy pensaremos en las consecuencias de actuar en rebeldía, apartándonos de los proyectos y los planes de Dios, buscando nuestros propios intereses.
El rebelde es aquel que es difícil de educar, le decimos rebelde a quien no podemos dirigir o controlar. El rebelde no obedece a lo que se le manda. El rebelde, suele seguir sus propias causas, ignorando incluso los designios de Dios, los planes, los proyectos, el camino que Dios espera que nosotros tomemos.
Ya lo vimos en Isaías 1, 17: Defended al oprimido, socorrer a la viuda y al huérfano, Actuar en justicia y no corromper ni corrompernos… Ser justos. Actuar en el bien. Pero si nuestros proyectos ignoran están máximas fundamentales, estos mandatos de obrar en justicia, a favor del oprimido, del huérfano o la viuda, ¿qué estamos haciendo? Estamos pecando, estamos traicionando la confianza de Dios y sobreponemos nuestros intereses a los de él.
La rebeldía, además, en términos jurídicos es aquel estado que tiene el que no acude a la llamada del juez o no cumple las indicaciones de éste. Es aquel estado del que no acude, cuando Dios lo llama para juzgar sus actos, actos basados en sus propios intereses y planes, ignorando los deseos de Dios y los proyectos que tiene para nosotros, acciones que ignoran al huérfano, al oprimido, a la viuda… La rebeldía, nos lo dice Isaías, es un pecado.
Si hemos actuado mal, desconociendo al oprimido, a la viuda, al huéfano, si ya hemos pecado y Dios nos llama y encima nos rebelamos y no acudimos a su llamada, sólo estamos acumulando el pecado sobre el pecado.